Tres preguntas al hombre pensante: ¿De dónde sabemos lo que sabemos? ¿Podemos sacar conclusiones para el futuro a partir del pasado? ¿Por qué nunca esperamos lo imprevisto?
En 1912, el filósofo Bertrand Russell resumió de la siguiente manera las respuestas a las tres preguntas en su libro The Problems of Philosophy: un pollo que recibe alimento diariamente parte de que continuará recibiendo alimento todos los días. Afianza su creencia en que el hombre es bienintencionado. Nada en la vida del pollo indica que un día será sacrificado.
También nosotros, los hombres, debemos admitir que la mayor parte de las catástrofes nos sorprenden de manera totalmente imprevista. “Es conveniente una y otra vez colocar un signo de interrogación alrededor de las cosas que durante mucho tiempo consideramos naturales”, concluyó entonces Bertrand Russell.
Ejemplo: Cuando dos Boeing se estrellaron contra las torres del World Trade Center, la opinión pública estuvo shockeada: nada parecía haber señalado que algo así podría suceder. En cambio, en las semanas y meses posteriores al 11 de septiembre se tuvo la impresión de que prácticamente todo indicaba hacia este atentado.
El exitoso autor libanés Nassim Nocholas Taleb denomina a este fenómeno –nuestra incapacidad de sacar conclusiones para el futuro a partir del pasado- “El cisne negro”. En el mundo occidental siempre se partió de que los cisnes son blancos. Cisne era sinónimo de blanco. Hasta que los científicos descubrieron en el siglo XVII una raza de cisnes negros. Lo que hasta ese momento había sido impensable, de pronto fue natural.
Las tesis del “cisne negro” de Taleb no es un modelo en el sentido propiamente dicho; es un rechazo al principio de causa-efecto. Y es un recordatorio que advierte que nos aferramos con más fuerza a aquellas columnas que vemos tambalear.
¿Cuáles fueron los cisnes negros, los acontecimientos inesperados en su vida, y cuándo tuvieron lugar?
FUENTE: 50 modelos de éxito (Krogereus)
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