Decálogo del desarrollo



Mavila  identifica 10 principios que aplicados a la vida personal, permiten un mejor desarrollo. A estos valores los llamó el decálogo del desarrollo, ya que representan un código de valores fundamental para el desarrollo de una cultura de calidad. Sus principios son:

ORDEN. Dar importancia al orden de las cosas en el lugar de trabajo, en el hogar, etc., teniendo siempre en mente la importancia de la ubicación de cada una de ellas.

LIMPIEZA. La ausencia de suciedad, de polvo y materiales ajenos, que en un momento dado pueden causar una mala imagen o impedir el correcto uso de una instalación, es un valor importante que afecta profundamente la imagen de un lugar, de una oficina, de un hogar.

PUNTUALIDAD. La posibilidad de optimizar el tiempo de las actividades cotidianas, de manera que la productividad se pueda elevar, así como aprovechar el tiempo libre, requiere que se cumplan ciertos acuerdos previos entre individuos. En este punto se involucra la puntualidad del individuo. El respeto por el tiempo de los demás, así como la estima por el propio, lleva a la puntualidad.

RESPONSABILIDAD. El hecho de que todas las tareas sean ejecutadas por alguien, significa que existe quién realiza la acción que dio lugar a ellas. Por ejemplo, si un automóvil circula por la calle es porque hay alguien que lo está dirigiendo. Este hecho indica con claridad que la responsabilidad de un acto reside  en quien lo ejecuta, y que es a la vez fuente de orgullo y de superación.

DESEO DE SUPERACIÓN. El aprendizaje, poder enfrentar los retos que se presentan en la vida personal, el deseo de salir adelante en la vida, son todos los factores de primera importancia  que se deben tener en cuenta en el momento de introducir la idea de que el futuro de todo individuo está en sus manos; es decir, que su aprendizaje está en función de lo que él desee. El anhelo de ser mejor, de ser mañana un poco más de lo que se fue ayer, transforma a las personas en creadoras del futuro, en vez de recopiladoras del pasado.

HONRADEZ. El bien y el mal, como un elemento a decidir, de manera continua, en el estilo de vida propio, implica que el comportamiento ético resida en la decisión personal. El respeto por el bien ajeno, por la verdad, así como por el testimonio y compromiso propios, implica un comportamiento que a la larga permite que los individuos de una organización o una comunidad puedan vivir convivir de forma ordenada y pacífica, persiguiendo los objetivos propios y comunes.

RESPETO AL DERECHO DE LOS DEMÁS. La convivencia implica que en ciertos momentos el deseo de alguien pueda interferir con los deseos de otra persona, y aún más, que estos deseos estén basados en las cualidades fundamentales que todo individuo posee, independientemente de la sociedad a la que pertenezca. Por esta razón, y para lograr convivencia ordenada, es requisito comprender la diversidad de las personas que pueblan un país, para así construir una convivencia  pacífica y benéfica para todos.

RESPETO A LA LEY Y A LOS REGLAMENTOS. En toda comunidad existen acuerdos sobre ciertas formas de actuar y de proceder  en diversos ámbitos. Desde el tráfico hasta el respeto por monumentos públicos o la forma en que se pesca en ríos y mares, están normados por acuerdos que buscan el bien común. El respeto que los individuos de un país tienen por sus reglamentos indica hasta qué grado podrán ponerse de acurdo sobre lo que desean para su bien común y lo que deseen evitar.

GUSTO POR EL TRABAJO. El gusto y el significado de la razón de ser del trabajo y el oficio personal constituyen la gran diferencia entre una persona que enfrenta su trabajo como una carga continua y otra que la percibe como un oficio personal, el cual realiza para vivir pero por gusto; por lo mismo , es un poco su propia recompensa. Mientas mayor aprecio se tenga por la profesión personal, mejor se desempeñará ésta.

AFÁN POR EL AHORRO Y LA INVERSIÓN. La posibilidad de que los gastos superen a los ingresos siempre será mayor en estos tiempos. Por ello el ahorro, como una forma personal de control y mesura, siempre tendrá mayores recompensas que el desenfreno en los gastos. Lo anterior se aplica tanto en tiempo de crisis, cuando es necesario medir el gasto con cuidado, como en los tiempos de abundancia.

“Tan importante es éste decálogo para poder desarrollarse y obtener la riqueza que, incluso, si supiéramos que un mago con un poder infinito tocase con su varita mágica los Andes y en ellos abundase el oro, tocase los ríos de nuestra selva y por ellos empezase a correr petróleo y tocase nuestros mares y se repletasen de peces, aún con toda esa riqueza seguiríamos siendo subdesarrollados; ya que no habrían principios ni valores que normaran el comportamiento. Y algo más, cuando esa riqueza se terminase, porque toda riqueza es finita, volveríamos a ser pobres.”


Octavio Mavila