viernes, 30 de diciembre de 2011

Carta a mi hijo

QUERIDO HIJO:

Vas a entrar en un mundo donde el éxito está en relación directa con el esfuerzo que se hace y con la manera como se lucha. Es ésta una de las épocas más difíciles de la historia. Vientos de mal soplan sobre la tierra y una ola de corrupción parece invadirlo todo. Se vive en una perpetua agitación. Los hombres ya no se detienen ni siquiera para pensar, se carece de tiempo para crear obras duraderas, todo se hace a la carrera, sin pensar en el día de mañana y mucho menos en la eternidad. Por eso es  absolutamente indispensablemente que entres en esta lucha preparado para hacer frente a las múltiples situaciones que tendrás que afrontar y que nosotros, los que vivimos unas décadas antes que tú, desconocimos. Necesitarás valor, hijo mío, para la lucha como la que tienes enfrente de ti, pero recuerda lo que te he dicho tantas veces acerca del valor. Valiente es el que realiza una obra que requiere arrojo y temeridad. Es valiente el que se precipita a las bridas de un caballo desbocado para detenerlo; es valiente el que atraviesa las llamas de un incendio para rescatar a un ser viviente, pero reconocerás que estos actos se cumplen, hasta cierto punto, en medio de la exaltación que provocan en quienes los realizan, circunstancias que los impresionan vivamente. El valor implica mucho más que esto. Horacio dijo: " Admiraré a quien no se avergüence de sus andrajos, a quien mude de fortuna sin inmutarse, a quien en la prosperidad lo mismo que en la adversidad, mantenga la actitud del varón fuerte". Eso sí hijo mío es valor. Valiente es quien puede afrontar todas las alternativas que la vida presenta sin que se altere su espíritu, sin que se merme su fe, sin que decline la intensidad de su lucha. Es valiente el que no vacila en rectificar una opinión equivocada, el que cuando se critica a una persona ausente es capaz de levantar una voz para defenderla. Es valiente aquel que no teme descender hasta quien ha caído para levantarlo  y ayudarlo. Es valiente quien es capaz de pedir perdón cuando ha ofendido y quien sabe otorgarlo generosamente cuando se lo piden.
Esta es la valentía del espíritu que implica muchísimo más que simplemente arrojo o temeridad.

FUENTE: La conquista del éxito ( Dr. Braulio Pérez Marcio)

No hay comentarios:

Publicar un comentario