martes, 7 de agosto de 2012

La competencia: ¡Un concepto operativo y evidenciable!


Hoy día, los actores principales de la escena educativa son partícipes de una serie de cambios y diversificación de funciones, formas de trabajo y conceptualizaciones, sin embargo, presenciar cambios es un proceso natural de los sistemas educativos, la pregunta obligada es, el cambio que hoy nos toca protagonizar, ¿llevará a una mejora educativa? La respuesta no puede darse a priori, sino posterior a la instrumentación de tales transformaciones.

El concepto de competencia flota en el ambiente, se escucha en todos lados, la mayoría de los educadores han estado en contacto con el término, han leído un artículo, un libro o han presenciado un evento académico donde se aborda el enfoque por competencias.

¿Cómo definimos una competencia? La competencia no es la suma de sus elementos, es algo más, tienen elementos en su interior y está formada por bloques que la distinguen, es una molécula compleja y voluminosa, su definición operativa para los fines metodológicos y de aplicación es la siguiente:

Competencia. Frente a un necesidad contextualizada, es la capacidad del individuo para dar una respuesta integrada, movilizando elementos conceptuales, actitudinales y procedimentales, en una sola exhibición que la resuelva en términos de criterios de calidad o exigencia, y se manifiesta a través de indicadores evaluables.

Por ejemplo. Un estudiante de ingeniería industrial, realiza un curso de certificación en seis sigma, incluso le dieron su certificado al terminar el último módulo (eso no garantiza que sea competente). Cuando realiza las actividades en el curso le dicen: “Lo hace bien”, sin embargo, aún no se podría declarar como competente, sino hasta el momento en que: frente a una necesidad (por ejemplo cuando necesite conseguir empleo) a través del desempeño en la aplicación de la(s) metodología(s) aprendida(s) en la certificación con la que muestre dominio conceptual, actitudinal y procedimental, y cubra los niveles de exigencia que el entorno le ponga (por ejemplo, el dueño de una empresa embotelladora de agua que solicita un especialista en mejora de sistemas de producción), se haya quedado con el puesto y haya resuelto su necesidad a través de su ejecución en vivo de la metodología en la empresa embotelladora.
De esta manera se pueden visualizar otros elementos formales que componen la competencia:

  1. Una necesidad en el entorno, que genera o dispara la competencia.
  2. Demostración en vivo de los tres elementos. Conceptual, procedimental y actitudinal, también conocido como performance o ejecución.
  3. El cierre de la competencia, los niveles de exigencia con que debe ejecutar, conocidos como indicadores evaluables.

Ante esta nueva conceptualización, podemos inferir que para poder afirmar que trabajamos conforme a un enfoque de competencias, tendríamos que empezar por abandonar la mecánica de dictar “los temas” para que los alumnos”anoten” los conceptos y definiciones. Esto apunta a trabajar en dos dimensiones, en plano o en papel, a trabajar en tres dimensiones, en vivo y a través de desempeños o performances reales.

En una siguiente entrega hablaremos sobre la competencia docente.

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