sábado, 11 de agosto de 2012

Valores de una persona excelente. 3ª entrega (laboriosidad y creatividad)


Un valor verdadero y universal es aquel que produce un comportamiento que beneficia a quien lo ejecuta como a quien lo recibe.

Laboriosidad. Trabajar de manera ardua y constante es indispensable para cumplir con nuestras responsabilidades.

La laboriosidad consiste en realizar con ahínco, esfuerzo, disciplina y constancia las actividades.

Las personas sobresalientes se caracterizan porque han trabajado fuertemente, con una gran disciplina, para lograr sus metas. En el ámbito de la excelencia “los milagros” y “la buena suerte” no existen. La pereza, indiferencia y la apatía son defectos inadmisibles en seres como Leonardo da Vinci, Galileo, Einstein, Juárez o cualquier hombre que se haya distinguido  por sus obras. Sólo mediante la laboriosidad que implique un esfuerzo más allá de los límites, disciplina, fatiga y “sacrificio” de los placeres y del ocio, estaremos en posibilidad de lograr el éxito en la consecución de nuestros propósitos.

Muchas ideas brillantes de miles de seres humanos inteligentes han permanecido en la mediocridad por la apatía y la flojera, por la incapacidad de realizar un esfuerzo, de sujetarse a una disciplina y de persistir en sus propósitos. El más insignificante de los hombres puede destacar a través de la laboriosidad que implica un gran trabajo, en su empresa, en su familia, en su escuela, en la sociedad en la que se desenvuelve. La más bella de las relaciones es la del deber cumplido, la del trabajo bien hecho; en otras palabras, la que emana de la satisfacción del esfuerzo de buscar la perfección en cada uno de nuestros actos.

Por otra parte, para lograr la excelencia se requieren otros factores:
Ideales o metas bien definidas: visión de futuro. La calidad de las obras del hombre es fruto del ejercicio de sus cualidades para alcanzar un ideal o una visión.

Todos los seres de excelencia han sabido qué quieren lograr, han tenido un ideal, una meta bien definida, una visión de futuro a la que le han consagrado todos sus esfuerzos.

La vida de un hombre cobra significado en la medida en que su capacidad intelectual y espiritual se encamina al logro de un objetivo existencial valioso, es decir, a un sentido de vida. Las cualidades y los esfuerzos más arduos y el más grande de los trabajos pueden perderse si no se tiene claro cuál es el resultado que esperamos obtener. En la medida en que sepamos qué es lo que queremos, estaremos en posibilidad de enfocar nuestros esfuerzos para logar el éxito y tendremos un sentido de vida.

¿Quién puede negar que el punto de partida del éxito de hombres como Walt Disney es su conocida frase “si usted puede soñarlo puede lograrlo…”?

Creatividad. Los seres humanos sobresalientes difícilmente aceptan el mundo circundante tal y como es; siempre ven un poco más allá para mejorar o perfeccionar la situación actual.

La creatividad es la habilidad para mejorar, innovar y transformar el medio que nos rodea.

Sin la capacidad intelectual del hombre para crear, la sociedad no hubiera avanzado más allá de la época primitiva. Prevalece la idea de que la creatividad es una cualidad innata a ciertos individuos y que difícilmente existe en la mayoría de las personas. Sin embargo, la creatividad es una cualidad susceptible de desarrollarse a través de esfuerzos y dedicación.

Resulta casi imposible concebir la excelencia sin la creatividad, ya que ésta es indispensable para lograr lo mejor de cualquier acción. En mayor o menor grado todos los seres humanos tenemos la capacidad para ser creativos, pero hemos sido educados para no pensar, ni cuestionarnos, ni esforzarnos en la búsqueda de nuevas y mejores soluciones. Para la creatividad, es indispensable una actitud mental positiva, abierta al cambio, a las nuevas ideas. Descartar ideas como “imposible”, “no puedo”, “es demasiado tarde”, “estamos bien como estamos”, “es demasiado arriesgado”, “nunca”, “mañana”, “el mundo no va a cambiar”, es el primer paso para romper la inercia de nuestra falta de creatividad.

Conocimiento. Los conocimientos son esenciales para cualquier individuo que desee superarse. El conocimiento es una posesión que se liga indisolublemente con el amor; aquel individuo que conoce su actividad la ama de tal manera que su trabajo adquiere un significado especial en su vida. Resulta imposible imaginar a cualquier ser de excelencia, desde Galileo hasta Einstein, ignorante de su campo de acción. El estudio, el conocimiento y la superación continuos son indispensables en el logro de la excelencia.

Para sobresalir, es indispensable el dominio absoluto del conocimiento, de la ciencia, disciplina, arte u oficio, lo que implica el estudio y práctica constante.

El hecho de haber mencionado los valores distintivos y comunes a todos los seres humanos, no significa que se les conceda menor importancia a otros valores. De hecho, del ejercicio y cultivo de las virtudes mencionadas, se derivan otra serie de valores. La lealtad, la honestidad, el honor y la disciplina son valores que engrandecen a quien los practica. El cumplimiento de nuestros compromisos y obligaciones independientemente de que así lo mande la ley o un superior, en otras palabras, la responsabilidad, reditúa una gran satisfacción. El respeto a sí mismo, a sus semejantes y a la naturaleza confiere a quienes los practican el sentimiento de la dignidad y la autoestima.

La integridad y la honradez en todos y cada uno de nuestros actos, son un camino seguro hacia la felicidad interior. La lealtad hacia nuestros principios, hacia los amigos, hacia la humanidad, nos proporciona el lazo indisoluble del amor y confiere un sentido a nuestra vida.

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