jueves, 10 de noviembre de 2011

El valor del compromiso.

La valía de una persona puede medirse por el número de sus vínculos. Ciertamente, quien no vive por algo jamás morirá para nada. Vivimos en una época arrebatada por la levedad. La lectura de los idealismos del siglo XX, la mayoría de ellos inscritos en la historia con sangre, ha sido no tomar nada en serio. Hoy ya nada es importante, es más, hoy nada puede ser trascendente y cuando alguien habla de valores absolutos es tildado de fanático con suma facilidad. Tampoco se puede sostener el estandarte de la verdad ni pronunciarse con vigor sin ser considerado un fundamentalista. La libertad, el compromiso moral y la verdad son extrañas compañeras de viaje. Los caminantes del siglo XXI son desterrados de la realidad, espectadores de su propia existencia.

La ausencia de compromiso convierte la elección en una trivialidad. Cuando la decisión es aleatoria la acción carece de sentido último y su prolongación en el tiempo está marcada por la fugacidad. Bertol Brecht decía que un hombre y una mujer podía vivir toda la vida con un mismo ideal, hoy los cambiamos cada noche al desvestirnos. Pero una vida sin compromiso es una existencia autómata, instintiva, porque es el ineludible compromiso lo que nos configura como personas y lo que nos permite desarrollar una auténtica vida plena, marcada por el sino de la libertad que nos abre a realidades trascendentes que sólo puede alcanzar la razón humana.(OPUS PRIMA)


No hay comentarios:

Publicar un comentario